18 nov 2012

Pinker (el poder de la ficción)

Max Ernst, grabado de la serie Une semaine de bonté, 1934

P. En su libro habla del poder del arte, la música o la literatura para atenuar las tendencias violentas del ser humano.
R. Por lo que respecta al poder de la música o el arte para expandir la empatía de la gente, es una cuestión abierta, pero en el caso de la ficción creo que sí se da. En mi opinión eso se debe a que cuando se lee una obra de ficción tiene lugar una proyección del yo en la mente de otro individuo. En esto estoy cerca de los planteamientos de Martha Nussbaum y Lynn Hunt, aunque no hay consenso entre los expertos en literatura.
P. ¿Podría hablar del poder cognitivo de la ficción?
R. Un rasgo muy destacado del homo sapiens es que nos encantan las historias. No hablo sólo de la ficción literaria en sentido estricto, sino que en el concepto de ficción englobo formas narrativas tan dispares como los chistes, las leyendas urbanas, los programas de televisión o las películas. Empleamos una enorme cantidad de tiempo y dinero en explorar mundos imaginarios. Para un biólogo del homo sapiens como yo, esto plantea una cuestión muy profunda. ¿Por qué perdemos el tiempo en cosas que sabemos que son mentira, cosas que nunca han sucedido? No puedo dejar de pensar que la ficción, la narrativa y el arte de contar historias e idear mundos imaginarios son actividades que tienen una función, y se trata de una función cognitiva, destinada fundamentalmente a representar distintas situaciones en el ojo de la mente, explorando lo que puede suceder en mundos posibles, y creo que no es implausible que cualquier agente dotado de inteligencia tenga que manipular, navegar un mundo social muy complejo en lugar de pensarlo todo en tiempo real. Cuando estás en una situación que o bien la has imaginado tú o alguien la ha imaginado para ti, son muchas las maneras posibles de reaccionar. Todos los conflictos de intereses que se dan en el trato humano producen placer al verlos representados en clave de ficción. La narrativa es una manera de explorar el vasto espacio de las relaciones humanas en el recinto seguro de la mente.
P. ¿Esa es la razón por la que la sed de historias que tenemos cuando somos niños nunca muere en nosotros?
R. Las palabras nos permiten explorar los límites más alejados de la experiencia humana. Esa es la razón por la que una proporción importante de la narrativa, especialmente en el caso de los niños, tiene un componente mágico. ¿Hasta dónde es posible extender la comprensión del mundo yendo más allá de lo que experimentamos en el curso de nuestra vida diaria? Nuestras experiencias son limitadas y repetitivas. La inmersión en mundos imaginarios nos permite acariciar la posibilidad del milagro, la magia, la posibilidad de ampliar los límites del mundo violentando las leyes de la física, de la lógica y la psicología. Eso es una conjetura, una hipótesis acerca de por qué los humanos amamos de tal manera la ficción.

Entrevista con Steven Pinker de Eduardo Lago, Babelia, 9 noviembre 2012, El País.

2 comentarios:

Lansky dijo...

la importancia del relato, en cualquier aspecto del conocimeitno, como diecn ahora.

este libro último de Pinker no es tan relevante a mi juicio como el El Fantasma de la máquina; y debecomplementarse con los de Damasio: El error de Descartes, Spinoza, etc.

Rufus T. Firefly dijo...

Pues no había leído nada suyo. Muchas gracias por las sugerencias.

Puede que sea una obviedad, pero resulta refrescante esta visión sobre el poder de la ficción. Más allá del hoy tan manoseado 'relato' del que tanto se abusa desde hace unos años para referirse al 'discurso'.